En el trajín de nuestra vida cotidiana, es fácil pasar por alto a aquellos cuyo compromiso silencioso y abnegado protege nuestra sociedad.
Cuando pienso en nuestras FCS, FAS… vienen a mi mente imágenes de valientes hombres y mujeres que trabajan en las sombras, protegiendo a nuestro país a nuestra patria y manteniendo el orden.
Te contaré por qué…
Desde que era niña, siempre admiré a aquellos que velaban por nuestra seguridad y bienestar.
Recuerdo ver a policías patrullando las calles, guardias civiles en las carreteras soldados desafiando misiones… siempre alertas y dispuestos a actuar ante cualquier situación. Su presencia imponente pero tranquilizadora me hizo sentir siempre protegida.
Desde esa temprana edad cada vez que veo a un policía, un guardia civil, un soldado o cualquier otro agente de seguridad en uniforme, no puedo evitar sentir una sensación de protección. Su presencia, imponente pero serena, es para mí un recordatorio constante de que hay alguien velando por nosotros, incluso cuando no somos conscientes de ello.
Con el tiempo, mi admiración hacia ellos solo ha crecido.
He sido testigo de cómo enfrentan situaciones peligrosas y complejas con valentía y determinación, en desafíos en primera línea que muchos de nosotros no podríamos ni imaginar.
Lo que más me impresiona de ellos es su entrega incondicional. Saben que cada día puede presentarles situaciones de alto riesgo y dificultades, pero no se detiene ante ello. Su vocación de servicio va más allá de la simple obligación; es una pasión y vocación que los impulsa a proteger a los demás, sin importar las circunstancias
Detrás de cada uniforme hay hombres y mujeres que dedican su vida a un servicio que a menudo es ingrato y poco reconocido. Sacrifican tiempo con sus familias y arriesgan su seguridad personal para proteger a personas que ni siquiera conocen estando disponibles en cualquier momento que se les necesite, trabajando en turnos largos y poco convencionales, en aras de nuestro bienestar.
Vuestra labor y presencia en nuestras vidas nos recuerda que nunca estamos solos en este camino que llamamos vida.
Vuestra presencia en nuestras vidas es un testimonio de que siempre habrá alguien dispuesto a protegernos.
En cada encuentro con vosotros, experimentó un sentido de seguridad y tranquilidad que no tiene precio.
Gracias, guardianes de la sociedad, por vuestra entrega incondicional y valentía.