La candidatura de Jordi Sànchez no llegará a buen puerto. El consejo político de la CUP ha decidido este sábado abstenerse a la investidura del diputado de Junts per Catalunya propuesto por Carles Puigdemont.
Carles Puigdemont, prófugo de la Justicia española, había anunciado la retirada de su candidatura como president de la Generalitat con la condición de que fuera elegido Jordi Sànchez.
Los independentistas de ERC y JxCAT confiaban que la CUP accediera a la propuesta realizada por Puigdemont, pero en su asamblea general, se ha decidido, «con un amplio consenso», rechazar la opción de que Jordi Sànchez sea president.
La CUP ha avisado también, que no formarán parte de ninguna negociación que sea «en clave autonomista», por lo que además, quedan en el aire los acuerdos a tres bandas.
Con esta decisión, sería imposible que Jordi Sànchez pudiera ser nombrado president de la Generalitat, ya que el apoyo de ERC y JxCAT se quedaría solamente en 64 diputados, mientras que los votos en contra de PP, PSC, Ciudadanos y Catalunya en Comú, sumarían 65 diputados, suficientes para tumbar su candidatura.
Esto aumenta las posibilidades de que Cataluña se vea obligada a vivir unas nuevas elecciones, puesto que el acuerdo entre los partidos separatistas cada vez es más improbable.
Vergonzoso circo el de estos delincuentes golpistas que, por lo visto, hacen y deshacen a su antojo, ante la pasividad del gobierno central y el resto de partidos (supuestamente defensores de la unidad nacional de España).
En circunstancias normales los partidos separatistas estarían prohibidos y estos delincuentes ocuparían las celdas de distintas cárceles con condenas prolongadas, y eso sin excepción, porque no se habría evitado la fuga de determinados personajes cuya responsabilidad en el acto golpista está más que demostrada.
Del mismo modo, en otra época, y otro régimen diferente al que vivimos, el podrido régimen constitucional del 78, estos sujetos no se hubieran atrevido jamás a perpetrar el delito que han perpetrado, y además con toda la impunidad con la que lo han cometido. Con un artículo 155 en una aplicación ridícula, y permitiendo que concurran a elecciones partidos que pretenden destruir a España y su unidad nacional. Esto es más que vergonzoso, a la par que repugnante.
Nadie en España defiende un patriotismo verdadero y más allá de las algaradas deportivas, somos un país débil en ese sentido, sin la cohesión interna de otros tiempo, y donde medran los enemigos de España por doquier, ultrasubvencionados e impunes en sus acciones.